GRANDES
HIDROELECTRICAS: EXPERIENCIAS NO TAN GRATAS EN AMÉRICA
Hace
un par de meses escribí un análisis sobre el Proyecto Hidroeléctrico Chadin 2
que respondía a la visión de desarrollo de un país grande como el Brasil y
donde demandaba diálogo y participación democrática de los involucrados
para conocer los impactos sociales, ecológicos, económicos, climáticos, etc.
Revisando literatura sobre hidroeléctricas en América, me encuentro que en los
últimos años y décadas, se han promovido grandes represas para paliar la
demanda de energía y agua.
Aproximadamente
existen más de trescientos proyectos de este tipo en nuestra América, la
mayoría construidas sin procesos que respeten la sostenibilidad ambiental y
garanticen la participación pública de los involucrados. Ello ha conllevado
que se produzcan serios impactos negativos a nivel ambiental y sobre los
derechos humanos de las personas y comunidades.
En
la Cuenca del Marañón se está proyectando construir una veintena de represas
para usos energéticos principalmente; y en Amazonas específicamente, se
busca construir hidroeléctricas como Chadin 2, Cumba, Rentema, entre otros. Las
organizaciones e instituciones que apoyan estos proyectos como el gobierno
Regional de Amazonas y Odebrecht, anuncian en todos los medios, con millonaria publicidad (incluyen comerciales
radiales de niños dialogando sobre las “bondades” de estos proyectos) los
impactos positivos; más no los impactos negativos de la puesta en marcha de
estos proyectos. Veamos las experiencias*.
1.
Yacyretá:
Proyecto binacional entre Argentina y Paraguay de los años 80 sobre el río
Paraná con 3,200
MW de capacidad. Desde su inicio el Banco mundial y el BID ya
habían identificado los daños sociales y ambientales que afectó gravemente a
miles de personas, y las medidas de compensación y mitigación todavía están
pendientes. A pesar de ello, los gobiernos buscan ampliar el nivel de la
represa.
2.
Río
Madeira: Ubicado entre Bolivia y
Brasil con 3,300
MW de capacidad. Contempla varias hidroeléctricas a implementarse sobre
comunidades indígenas y campesinas vulnerables. Proyecto dentro de la Iniciativa
de Integración de Infraestructura Regional de Sur América (IIRSA).
3.
Baba: Proyecto ubicado en el
Ecuador entre los ríos Baba y Toachi con una capacidad de 42 MW. La Corte
Constitucional de este país ha pedido revisar el Estudio de Impacto Ambiental
(EIA) debido a las graves fallas y la falta de consulta e información apropiada
con las comunidades afectadas. Lamentablemente el proyecto continúa.
4.
Chan-75: Este proyecto se está
desarrollando en Panamá dentro de los territorios de las comunidades indígenas Ngöbe. Ubicada sobre el río Changuinola y con
una capacidad de 223 MW. Las comunidades indígenas no han sido consultadas ni
informadas apropiadamente; más aún, el proyecto afectará al Parque Binacional
La Amistad declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO debido a
su biodiversidad.
5.
La Parota: Proyecto ubicado en
México que se ubica sobre el río Papagayo y con una capacidad de 900 MW. Serán
afectadas comunidades indígenas y campesinas en un total de 25,000 personas.
Proyecto con fallas en los procesos de consulta, EIA y posibles riesgos
sísmicos. El gobierno mexicano ha suspendido la construcción del proyecto por
la presión popular y acciones legales de las comunidades.
Son cinco experiencias de grandes represas hidroeléctricas
que afectan a comunidades campesinas, nativas
y el sistema ecológico de los espacios donde se están desarrollando.
Grandes proyectos que al igual que en el
Marañón, tienen y tendrán los siguientes impactos negativos, y que
lamentablemente eso no se informa y
la población muy poco la conoce:
·
La calidad y salubridad del agua
empeorará tanto río arriba como río abajo ya que se modificará artificialmente
las cuencas hidrográficas, bloqueando el curso natural.
·
Se degradarán los ecosistemas acuáticos
y conllevará impactos a la biodiversidad; por ejemplo, se afectará la migración
de los peces y animales terrestres. También se deforestará grandes
hectáreas de bosques y la pérdida de sus elementos bióticos y abióticos.
·
A nivel climático aumentará la emisión de
gases invernadero causados por la descomposición de materia orgánica inundada
por la obra e impacto en la seguridad y productividad de las represas
por cambios drásticos en precipitaciones y sequías.
·
Efectos sísmicos pueden producir alta presión del agua del
embalse o derrumbes, reactivando las fallas geológicas a los alrededores del
proyecto.
·
Se afecta los derechos de las personas de
comunidades campesinas y nativas. Derechos consagrados en el marco jurídico
de las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos. En su mayoría
estos proyectos desconocen las normas del derecho internacional ambiental y los
derechos humanos.
·
Represar agua afecta directamente a la
salud produciendo enfermedades debido a la acumulación de sedimentos
tóxicos, transmisión de enfermedades como dengue o malaria por agua
acumulada e insectos.
·
Se pierde las fuentes de alimentación y
formas de vida tradicionales porque los peces migrarán o desaparecerán; la
biomasa animal migra y desaparece en muchos casos en las zonas afectadas, la
agricultura de la zona se desplaza; en suma, se modifica la vida a los
alrededores del proyecto.
·
Otro impacto son los desplazamientos
forzados de personas y comunidades enteras, vulnerando sus derechos humanos
a la libre circulación, propiedad, vivienda y fuentes de alimentación.
·
Implementación de manera inadecuada de
las evaluaciones de impacto ambiental y social de manera integral, que limita
la identificación, análisis y posteriormente reducción y eliminación de
posibles daños ambientales y sociales.
·
En estos proyectos lamentablemente, no se
permite a las comunidades afectadas la oportunidad de participar
activamente, de manera real y objetiva; es decir, no hay o es limitada la
consulta y participación pública. Muchos de los pobladores y comunidades
afectadas, no tienen conocimiento de estos proyectos o es limitado el acceso
a la información. Estas acciones negativas, son estrategias de las empresas
constructoras y gobiernos involucrados, pero están estas instituciones para
prácticas “asistencialistas” con regalos y dádivas a la población como una
manera de “esconder” los impactos negativos y solicitar la “aceptabilidad”
social.
·
También durante la construcción de las
represas, se asentarán cientos de trabajadores que generarán depredación
de bosques y contaminación, como también negocios ilegales alrededor de la zona
como la minería ilegal, prostitución y trata de personas. Más aun, se podría
producir “criminalización de la protesta social”, debido al
hostigamiento o procesos judiciales contra los pobladores que protestan o
reclaman la violación de sus derechos y la destrucción sistemática de su
ecología.
Como
observamos, este artículo intenta mostrar la “otra cara de la moneda”,
aquella cara que no tiene publicidad millonaria, ni apoyo de las
autoridades nacionales o regionales. Cara que muy poco es conocida
por la población y sus comunidades afectadas, o que intencionalmente no
se les quiere hacer conocer. La construcción de hidroeléctricas quizás no sean
negativas si son económicamente viables, socialmente aceptables y; cultural
y ecológicamente sostenibles; o que respondan a la visión de desarrollo
del país y nuestros departamentos. Lamentablemente esto no ocurre, según las
experiencias analizadas.
Menos
mal que las grandes represas no son las únicas opciones para atender la
demanda de energía ya que existen múltiples alternativas para la producción de
energía de manera viable, aceptable y sostenible como el uso eficiente de
energía en hogares, empresas e industrias; uso de energías renovables como la energía
solar, eólica, geotérmica o pequeñas hidroeléctricas.
Los
amazonenses ya estamos advertidos, y tenemos otras alternativas para
conocer los impactos de las hidroeléctricas. Igual que en mi artículo anterior,
solicito Debate Regional, donde participen los pobladores y comunidades
afectadas principalmente, y toda la población amazonense para conocer estos
megaproyectos. No es una exigencia, es nuestro derecho como amazonenses.
* Para el análisis de este
artículo se ha tomado como fuente primaria el informe: “Grandes Represas en América. ¿Peor el Remedio que la Enfermedad?,
de Jacob
Kopas y Astrid Puentes Riaño.
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