lunes, 5 de abril de 2010

UN NUEVO PROYECTO EDUCATIVO DESCENTRALIZADO EN EL PERÚ DESDE LA INTERCULTURALIDAD

“Pero el inevitable y necesario conflicto,
la insurgencia de la gran masa indígena
se ha iniciado, se ha puesto en marcha.
Pensamos que será para el bien del país,
para enriquecerse su capital humano.
El niño indio es quien más padece el conflicto;
y las contrapuestas fuerzas que ahora lo sacuden,
quizá puedan dar lugar a la formación de un hombre
cargado de tremenda energía para la
creación y renovación”

José María Arguedas


La educación intercultural en el Perú es un anhelo, propuesta o proceso que nace desde los recintos académicos ante la necesidad de observar nuestra realidad de manera holística e incluyente. Es por eso que esta propuesta busca romper el drama entre el Perú oficial y el Perú profundo. Romper con esta herencia colonial que históricamente ha excluido a nivel físico e ideológico a los pueblos andinos y amazónicos.

En este punto es necesario que entendamos la importancia de la identidad, como un sentido de pertenencia a una familia, a una comunidad, a una región y a un país. Fortalecer la identidad de los pueblos desde una visión intercultural implica un proceso de igualdad entre los mismos pueblos y las diversas culturas. Superar los conflictos sociales acarreados de la época colonialista y buscar una democracia incluyente y participativa.

Desde el lado de la educación, tenemos que tratar de redefinir el rol de la escuela. Aquí, la educación intercultural
[1] debe involucrar a toda la población en una estrecha relación con el sistema educativo (formal e informal). Hay que tratar de revolucionar la educación en el Perú, donde se incluya un proyecto político educativo de “todas las sangres”[2], un proyecto pedagógico desde una visión intercultural y un proyecto formal e inclusivo de escuela.

En una concepción educativa intercultural es necesario valorar los principios morales de nuestras culturas ancestrales; principios que históricamente se han fundamentado en el amor a la vida y a la naturaleza, en la reciprocidad y afectividad, en el trabajo colectivo, en el valor de la fiesta y la actividad lúdica, la creatividad, la autonomía y la democracia.

UNA POLÍTICA DE EDUCACIÓN INTERCULTURAL QUE DEBEMOS IMPULSAR DESDE NUESTRAS INSTITUCIONES ES A TRAVÉS DE LA NECESIDAD DE FORMAR UN DOCENTE QUE SE RELACIONE CON UNA PEDAGOGÍA INTERCULTURAL PARA INTERACTUAR EN UNA SOCIEDAD MULTICULTURAL CON “INTEGRACIÓN PLURALISTA”

El papel del docente es clave para entender esta nueva mirada de los otros. Por lo tanto se debe impulsar desde el Estado y la sociedad civil, la reconceptualización de su rol[3] y la puesta en práctica de un mecanismo social y académico que permita al educando la liberación de sus capacidades creativas, afectivas, de autoestima, solidarias y autónomas para entender y enseñar lo que la realidad muestra.

Todos tenemos entendido que en nuestra sociedad la educación es indispensable. En un país multicultural como el nuestro, el enfoque intercultural construiría este proyecto educativo que tanto ansiamos. Creo que este proyecto educativo debe tener en cuenta el proceso histórico de nuestro país para entender los choques que se dan entre esa cultura nacional y la cultura criolla. Para ello este proyecto educativo debe fundarse en una educación disciplinada, que sea impartida sobre una sociedad disciplinada.

Es así que este proyecto debe romper también con esa función de la actual escuela, que busca eliminar la diversidad cultural y homogenizar a todos
[4]. Es por esta razón que el tema de interculturalidad no se puede separar del poder o tema político, porque lo indígena políticamente es una fuerza; claro ejemplo de ello son las reivindicaciones de organizaciones andinas y amazónicas de nuestros países de la región.[5]

LOS MÁS BENEFICIADOS EN UNA EDUCACIÓN INTERCULTURAL SON LOS NIÑOS DE LAS COMUNIDADES MÁS EXCLUIDAS DE NUESTRO PERÚ

En este contexto la nueva educación debe buscar el diálogo de las diversas culturas, dentro de un espacio mayor de democracia. Por eso se debería aprovechar las nuevas tecnologías como ventanas que abren al mundo, brindando posibilidades para un diálogo intercultural. En nuestra realidad, el problema de fondo que debemos entender todos no es a nivel económico, sino al nivel de los conocimientos. Cómo crear desde nuestro espacio, teorías y enfoques autónomos para mover e impulsar el desarrollo de nuestro país sería el reto de la educación intercultural. Desde esta perspectiva de autonomía de conocimientos, hay que tratar de formar a los estudiantes no como consumidores, sino como productores de conocimientos[6].

Es la educación superior en donde se debe hacer hincapié para el reformulamiento de teorías. De esa manera el egresado saldrá a transformar su realidad y no como sucede actualmente: la realidad transforma al egresado.


EN ESTE CONTEXTO LA NUEVA EDUCACIÓN DEBE BUSCAR EL DIÁLOGO DE LAS DIVERSAS CULTURAS, DENTRO DE UN ESPACIO MAYOR DE DEMOCRACIA

La educación intercultural bilingüe, es otra propuesta estratégica para este proyecto educativo. La participación de los pueblos indígenas debe realizarse desde un enfoque de derechos, donde se respete los derechos de los excluidos en todos los ámbitos, y donde se estimule y fortalezca el derecho de ellos mismos a través del empoderamiento de su cultura.

La nueva escuela debe tener una estrategia de intervención a través de una diversificación curricular, una formación docente holística y con presencia de materiales con perspectivas de interculturalidad. Por ejemplo, a nivel de diversidad cultural, se debe tener en cuenta los siguientes puntos:

* Los conocimientos de la cultura local y sus calendarios comunales.
* Las demandas educativas de los padres y la comunidad.
* El necesario el aprendizaje de todos los niños.
* Las condiciones de territorialidad.
* Poseer planes de desarrollo comunal humano y sostenible.
* Poseer un diagnóstico sociolingüístico, psicolingüístico y plurilingüe de nuestro país.

El punto de partida para emprender este proyecto educativo es tomar en cuenta nuestra condición de colonialidad (dominación de una cultura sobre otra). Es desde esta perspectiva que hay que entender que nuestra sociedad, cultura y educación tiene esta marca colonial, donde el hombre produce su propia destrucción a través de la alienación y una extirpación permanente de nuestras culturas.

Una política de educación intercultural que debemos impulsar desde nuestro sector, es a través de la necesidad de formar un docente que se relacione con una pedagogía intercultural para interactuar en una sociedad multicultural con “integración pluralista”.

CON ESTA NUEVA VISIÓN DE LA EDUCACIÓN PERUANA PODREMOS INCREMENTAR LA EQUIDAD EDUCATIVA, SUPERAR TODA FORMA DE DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL, FAVORECER LA COMUNICACIÓN Y COMPETENCIA INTERCULTURAL Y POR ÚLTIMO APOYAR EL CAMBIO SOCIAL SEGÚN PRINCIPIOS DE JUSTICIA SOCIAL

Esto implica prepararlos para forjar una sociedad donde la diversidad se reconozca como legítima, reconocer la lengua materna como fundamental para el aprendizaje de otras lenguas, impulsar la interculturalidad como parte de la cultura y desarrollo de las instituciones y organizaciones sociales estatales e involucrarse en el desarrollo de capacidades individuales y colectivas.

Concluyo esta reflexión reafirmando que la educación intercultural es un método de enseñanza y aprendizaje basado en un conjunto de valores y creencias democráticas, que busca fomentar e impulsar el pluralismo cultural dentro de las sociedades culturalmente diversas en un mundo interdependiente. Con esta nueva visión de la educación peruana podremos incrementar la equidad educativa, superar toda forma de discriminación y exclusión social; de esa manera iremos mejorando la condición de vida de los más pobres y excluidos, desarrollando futuras generaciones con visión democrática y desarrollo a nivel individual y colectivo.
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[1] La educación intercultural es un gran reto que deben afrontar los próximos gobiernos si es que queremos ver una nación con equidad, justicia e inclusión social. Es que los niños de los pueblos rurales del país no pueden estar aprendiendo las vocales a través de láminas o muestras simbólicas que enseñan a través de conocimientos propios de occidente, muy ajenos a la realidad o focus donde habitan. Es por eso de suma necesidad que esta educación intercultural debe promover aprendizajes válidos, significativos y pertinentes, estrechamente articulados a los procesos de transformación y cambio sostenible de la localidad y región.

[2] Quizá fue Arguedas (uno de los pensadores andinistas de la época moderna de nuestro país), el que retrató a nuestro Perú tal como es, la verdadera realidad. Un Perú Profundo que dio a conocer, a pesar de una tradición oligárquica y colonialista, excluyente e inequitativa. Resumió a nuestro país como el de “todas las sangres”, donde el zorro de arriba y el zorro de abajo, poseían iguales derechos para con la nación que habitan. Es que nuestro Perú profundo es el mundo rural andino, amazónico y costeño, donde las racionalidades van más allá de un mero trámite instrumentalista y consumista de la vida, alojándose esta racionalidad en una epistemología total en movimiento de los mundos del hombre y la naturaleza. Así como el hombre posee una vida autónoma, de la misma manera la ecología tiene su mundo independiente, dominado por dioses míticos y seres sobrenaturales protectores. Este hombre asume que el conocimiento no sólo depende de un esfuerzo científico, sino también de poner en práctica vivencial al alma. Esta es la educación excluida que aún conservan nuestros pueblos, que bien podríamos decir que es científica por los miles de años que se ha puesto en práctica; hasta nuestros días.

[3] En este punto creo que el Estado, las instituciones gremiales y las universidades, juegan un rol principal para tratar de formar maestros con una visión revolucionaria de la educación. Los docentes deben estar preparados en razón a una realidad social, cultural y económica de un determinado espacio; es decir, debe existir una política educativa que haga que los maestros, antes de ingresar a un determinado espacio social y ecológico para enseñar, primero deben estar preparados a nivel afectivo y académico. Para ello, las instituciones mencionadas, deben ejercitar a través de charlas y capacitaciones constantes a los docentes. De esta manera estaríamos impulsando un proyecto educativo con un fondo intercultural.

[4] La educación formal impartida históricamente en nuestro país, bajo una lupa dominante y homogenizadora, ha resultado ser una contradicción catastrófica de racionalidades y filosofías múltiples de nuestro país. Una educación formal que ha roto con toda una experiencia científica autóctona, lograda a través de muchos años de experiencia. Es por eso necesario que la nueva escuela, reconceptualice su forma de pensar y actuar sobre la diversidad de pueblos, entendiendo que: en la diversidad está el potencial para el desarrollo de nuestro país.

[5] Valcárcel, mucho tiempo atrás, en su Tempestad en los Andes, nos preconizaba el rol que cumplirían los hombres del ande (y de la amazonia diría modestamente) en la nueva recomposición de la sociedad peruana. Así, Lima es un centro “provinciano” por naturaleza social, donde confluyen todas las sangres, y donde existe la mayor cantidad de quechuahablantes, fruto de las migraciones. Todo es un proceso que se vislumbra en nuestra región. Líderes indígenas están asumiendo protagonismos dentro del espectro político, económico, social, cultural y ecológico en nuestros países.

[6] De consumidores de conocimientos a productores de conocimientos. Este es otro de los desafíos que la educación superior se debe plantear para las próximas décadas. Es que no podemos seguir consumiendo teorías foráneas ajenas a nuestra realidad; no podemos seguir explicando nuestra realidad con conceptos occidentales que muchas veces tenemos que forzarlos para que cumplan sus leyes, sin encontrar resultados positivos para nuestros pueblos. Construir conocimientos implica entender nuestra realidad tal como se muestra, sin experimentar sobre ellos teorías foráneas. Producir conocimientos implica tomar en cuenta la filosofía del otro diverso y excluido, sin verlos como sociedades arcaicas, dignas de exotismo. Queremos un cambio de nuestra nación, pues empecemos por nosotros mismos y redefinamos nuestros enfoques y conceptos teóricos.