“EXPLOTACIÓN vs
INCLUSIÓN”: EL DILEMA DE NUESTRO DESARROLLO
El
Perú es un país pluricultural y multiétnico que trasciende el actual momento en
que vivimos. Nuestro territorio actual desde épocas preincas fue pluricultural
y llegó a ser concentrado en un territorio llamado Tahuantinsuyo. Con la
llegada de la cultura occidental (española), el panorama étnico de nuestro país
logro complejizarse aun más desde el punto de vista cultural, apareciendo los
mestizajes culturales.
Creo
que actualmente las políticas culturales de inclusión están disociadas de las
actividades de explotación[1] de recursos y
“visibilización” de las poblaciones originarias; porque éstos últimos responden
a una necesidad de un Estado occidental que históricamente ha “excluido” a las
poblaciones nativas y campesinas; es decir, el concepto de integración de este
nuestro Estado siempre ha respondido primero a explotar para luego ver “como
integramos”; y lamentablemente en nuestro país no ha ocurrido lo contrario: primero integrar luego “explotar”.
Por
lo tanto la relación entre “explotación e inclusión” en nuestro país,
históricamente nunca se ha dado, se hacen y han hecho los esfuerzos para
asociarlos, pero lamentablemente no se ha consolidado en nuestro espectro
cultural y étnico, menos en el aspecto político o económico. Clara muestra de esto son los conflictos sociales
que han ocurrido y ocurren en nuestro país por temas de conservación de bosques, tierras,
el agua; etc. Las poblaciones nativas y campesinas miran a la “explotación” de
sus recursos como un fenómeno que depreda su mundo donde conviven. El Estado
lamentablemente nunca ha empoderado lo contrario; la “explotación” como creador
de riqueza para mejorar la calidad de vida.
Este
es una de las disociaciones que existen. La integración actual que vemos está
respondiendo a conceptos culturales, mas no así a conceptos económicos o
políticos; y éstos últimos son justamente aquellos que “gobiernan” en las
actividades de explotación de los recursos. El “diálogo intercultural” recién
en los últimos años “se está queriendo
institucionalizar”, anteriormente la explotación de los recursos no
respetaba ningún tipo de derechos de los indígenas; claro ejemplo son las matanzas
de indígenas amazónicos que se hacían en la Época del Caucho.
La
población indígena, lamentablemente ha visto que la explotación de sus recursos
en sus territorios no ha solucionado sus problemas de primera necesidad, ello
ha permitido la constante aparición de conflictos sociales, que son
aprovechados políticamente por “pseudolíderes” de los excluidos. La disociación
entre “explotación e inclusión” es una careta de los actuales conflictos
sociales que vivimos.
El
Perú, “un mendigo sentado en un banco de
oro”, como paradigma, se construye justamente en torno en base a la visión
mercantilista de explotación de los recursos primarios. En tiempos de nuestra
autonomía, este término no habría tenido razón de ser, porque las poblaciones
de nuestro territorio (Pre Incas e Incas) supieron aprovechar equilibradamente
sus recursos para convertirse en una sociedad influyente en las Américas junto
a las culturas centroamericanas. El “mendigo
sentado en un banco de oro”, en nuestro país se activa con la conquista por
parte de la sociedad occidental. Los españoles encontraron un imperio de
aproximadamente 10 millones de habitantes, en pocos años esta población llegó a
un millón de habitantes y una de las causas de esta situación fue el trabajo
forzoso para justamente explotar los recursos de este “país mendigo”.
Actualmente seguimos explotando nuestros recursos pero hay pobreza y el
desarrollo es muy limitado.
La
pobreza generacional de las comunidades campesinas y nativas, incita a repensar
el país desde este paradigma; pero tampoco la explotación de los recursos ha
permitido que nuestras comunidades dejen de ser los “mendigos”. Donde estamos
fallando entonces. Volvemos al punto inicial, la disociación entre la
“explotación e inclusión”. El banco de oro donde se asienta el Perú como
mendigo, solo es visto por la sociedad occidental, específicamente por el
mercado. Para el poblador nativo rural, desde la visión antropológica y étnica,
el “banco de oro” lo representan sus ríos, sus cerros, sus lagunas, sus
animales, sus bosques, su sabiduría, etc; la “mendicidad” en la que viven no se
explica por la falta de recursos, sino por un tema histórico que deviene desde
la llegada de la sociedad occidental: la
explotación y exclusión de la población indígena.
Las
poblaciones pobres que viven asentadas en potenciales mineros por ejemplo, las
que están “sentadas en un banco de oro”,
después de tanto tiempo de explotación minera, siguen siendo pobres y con
problemas críticos para satisfacer sus necesidades primarias. El paradigma
mental es entonces, también un paradigma real. La realidad te muestra que la
explotación de los recursos de nuestro país ha llegado a ahondar el tema de la
distribución de las riquezas. Mientras que algunos aprovechan ostensiblemente
el “banco de oro” de nuestro país; los otros excluidos siguen “sentados” como
mendigos en su territorio. Este es el paradigma real del término en cuestión.
Los paradigmas mentales, desde la educación tienen que construirse desde las realidades de nuestros pueblos y comunidades. Las teorías y enfoques tienen que crearse y construirse desde lo local. Ese es el trabajo arduo de un “nuevo Estado” para hacer del país más equilibrado en cuanto a crecimiento y sobretodo desarrollo; dentro de un marco de inclusión, diálogo democrático y uso calculado de los recursos.
[1]
Explotación vista desde el concepto occidental de usos de los recursos con
fines de creación de riqueza; mientras que en los términos conceptuales de las
comunidades nativas y campesinas el uso de los recursos responde a satisfacer
las necesidades de sobrevivencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario