domingo, 28 de marzo de 2021

EL ARTE DE LA POLÍTICA: EL SUEÑO NO CUMPLIDO DEL BICENTENARIO

Las últimas encuestas, nos muestran que el candidato presidencial que va por delante, no supera el 15% de intención de voto, y existe casi un 30% que no sabe por quién votar o no cree en ninguno de los candidat@s, por tanto, no votará por alguno de ellos o ellas. Esta es la realidad a solo dos semanas de las elecciones generales, este es el panorama de la política peruana del Bicentenario.

La verdad, no me imaginaba que el Perú en la celebración de sus 200 años de “independencia”, su política iba a estar por los suelos, y es que, desde hace muchas décadas, nuestra política ha caído en la más profunda desconfianza y animadversión (solo el 32 % de los peruanos confía en los partidos políticos) por parte justamente de los ciudadanos, que vemos en la política un canal para asignar nuestro poder, a representantes que administrarán ese poder para dar solución a nuestras problemáticas y plantear soluciones.

Son los políticos muchas veces “improvisados e informales”, los que acentúan la preocupante condición de la política peruana actual, los que han hecho de la política un medio para satisfacer necesidades particulares, postrando el concepto y accionar político a una paupérrima situación y desacreditación generalizada por parte del ciudadano. El político peruano, a vísperas del Bicentenario, no entiende que el poder asignado a su persona, es para mejorar la calidad de vida del colectivo. ¡En fin, NO entiende los que es la POLÍTICA en mayúsculas!

Pero la política, la “verdadera política” no es mala, no es nauseabunda como lo creemos o nos lo han hecho creer generacionalmente. La política es una ciencia social que nace “científicamente” allá por el siglo V a.c.; en los albores de Atenas, una de las ciudades de la Cultura Griega. Justamente, un griego como Aristóteles, definió “naturalmente” al hombre como un animal políticoLas definiciones clásicas de la política están referidas al “ejercicio del poder”. El sociólogo Max Weber definía a la política como una vocación, donde las personas aspiran el poder ya sea entre el Estado o dentro de un Estado. Weber definía la política relacionada directamente con el accionar de un Estado.

Sobre política se ha escrito y dicho en demasía a nivel teórico y práctico. La POLÍTICA debemos entenderla como la gestión del poder, emanado de los ciudadanos, para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones. Una gestión del poder por parte de autoridades elegidas democráticamente. Como lo menciona el Sociólogo Sinesio López, la política como esa capacidad de dirección, diseño y gestión de la acción dentro de determinados marcos institucionales y de determinadas condiciones estructurales para obtener algunos resultados deseados: desarrollo, democracia, estabilidad, eficacia y efectividad, gobernabilidad, integración sistémica, integración social. En suma: calidad de vida.

En la política, siempre se debe velar por el bien común, por el bienestar de los ciudadanos. Pero nuestra realidad política, nos muestra lo contrario, LA CORRUPCIÓN Y LOS PRIVILEGIOS son el sello de la política peruana camino a su Bicentenario. Hay tres actores principales de esta situación que venimos lamentando hace muchas décadas: Primero, en nosotros LOS CIUDADANOS que no sabemos elegir o no nos comprometemos a hacer política educativa. Tenemos mucho de culpa, y es necesario que también nosotros entendamos y conozcamos lo que es la “política verdadera”. La política no es regalar nuestro voto a cualquier candidato/a que te regala un polo, una bolsa de azúcar, un tarro de leche, una cerveza o una fiesta popular rimbombante, o porque te ofrecen cosas que no están a su alcance, como resulta con los actuales candidat@s al Congreso.

En segundo lugar, la culpa está en un SISTEMA ELECTORAL obsoleto que ha conllevado a elegir autoridades que a veces no representan adecuadamente a su población; es necesario realizar ajustes en los temas de “distritos electorales y “voto preferencial”. Además, el JNE debería fortalecer sus filtros para que nos representen verdaderos políticos, en base a una meritocracia; y no “políticos” que cuenten con antecedentes penales, judiciales y policiales o estén adeudando al Estado. Mínimo tienen que tener un conocimiento de su realidad, al menos haber hecho un ANÁLISIS FODA de su localidad o Región.

En tercer lugar, están los PARTIDOS POLÍTICOS, que deberían ser los llamados a ejercer la política, ofreciendo adecuados y coherentes candidatos/as que los ciudadanos elegirán. La debilidad institucional de nuestros partidos, ahonda la crisis de gobernabilidad y representatividad en el país. Los partidos políticos deberían buscar y fortalecer la formación de las preferencias de los ciudadanos haciéndolas dinámicas, permitiendo de esa manera que los diversos grupos sociales expresen sus intereses y canalicen sus demandas por medio de los partidos y eligiendo verdaderos POLÍTICOS.

En nuestro Bicentenario, me ilusioné que la POLÍTICA peruana era buscar el bien común, donde el poder representado y legitimado que te confiere la población, buscaría un espacio de convivencia y mejora de calidad de vida. Me imaginé una POLÍTICA con una gestión del PODER para construir espacios, donde el desarrollo y la gestión sostenible sea la bandera de las autoridades elegidas; sea la bandera de los “verdaderos políticos”. Soñé a tod@s unidos, políticos responsables junto a una población comprometida, luchando y levantándose frente a una pandemia.

Pero desperté:

¡SÓLO FUE UN SUEÑO INCUMPLIDO, UNA ILUSIÓN BICENTENARIA!

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