miércoles, 17 de octubre de 2012

UNA REALIDAD A VOCES: LA PÉSIMA CALIDAD DE VIDA EN AMAZONAS

 
Un último estudio de la Revista Perú Económico sobre la calidad de vida en las ciudades del Perú, basados en 8 indicadores (estabilidad política, desarrollo económico, actividad empresarial, calidad de vida, medio ambiente y desastres, infraestructura y conectividad, nivel de seguridad y modernidad) arroja que las tres primeras ciudades del Ranking con mejor calidad de vida son Lima, Arequipa y Trujillo (en ese orden). La última ciudad con peor calidad de vida es Huancavelica y la penúltima está Bagua Grande, ciudad que representa a nuestra región (y no Chachapoyas) por tener mayor población y posee un importante movimiento comercial.
Este es un indicador preocupante que muestra que Amazonas tiene diversas carencias para la mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos. Según el estudio, a nivel de los indicadores (política, economía, empresa, medio ambiente, calidad de vida, infraestructura y conectividad, seguridad y modernidad), estamos por los suelos, pésimos; por debajo del promedio nacional.
Es muy lamentable que esta situación sea la característica de las ciudades de nuestra región, y nos muestren a nivel nacional como una de las regiones con problemas álgidos. Nosotros como amazonenses quizás comentemos que vivimos bien, nuestra tierra es pacífica, es un pedacito de cielo, es el paraíso; eso no lo negamos y la experiencia de vida nos lo demuestra a cada momento; pero la calidad de vida va más allá de nuestro “conformismo” de vivir como vivimos en Amazonas. Existen estándares e indicadores que justamente miden la calidad de vida y que nuestra condición de convivencia, nos impiden ver la verdadera situación en la que deberíamos estar viviendo en las ciudades y pueblos de Amazonas.
Tenemos riquezas arqueológicas, excelentes paisajes ecológicos, potencial agropecuario, gente amable y con esperanzas; pero solo lo tenemos como una potencialidad; la gran tarea es aprovechar sosteniblemente este potencial para mejorar esa calidad de vida que todavía no estamos visionando; o en todo caso, no nos quieren hacer ver.
Veamos algunos indicadores negativos que nos ubican en el penúltimo lugar a nivel nacional: no tenemos vuelos comerciales, deficientes caminos y carreteras, servicios institucionales limitados (salud, educación, agricultura, etc), altas tasas de desnutrición y analfabetismo, exclusión a campesinos, nativos y poblaciones vulnerables, limitada productividad agropecuaria y empresarial, desarrollo urbanístico desordenado y limitado, deficientes servicios básicos, creciente incapacidad y corrupción entre nuestras autoridades. Sería cansado seguir enumerando más indicadores que nos están mostrando a nivel nacional como los peores, en materia de calidad de vida.
¿Qué está pasando en nuestra región?, es la pregunta clave a responder. La responsabilidad cae directamente en una generación de autoridades y funcionarios que nos han ido gobernando, y han seguido cavando negativamente esta nuestra situación actual. No hay que ser mezquinos y reconocer que se han hecho obras que han aliviado limitadamente la situación caótica, pero al momento de poner en una balanza, la realidad dura nos muestra que las cosas y hechos negativos han caracterizado a los gobiernos regionales y locales del departamento.  
Hay que resarcir esta situación preocupante, caótica y negativa que lo cargamos como una cruz. Cada uno de nosotros, los ciudadanos amazonenses, aportará para salir de esta situación; pero necesitamos de líderes capacitados, de guías que nos tracen el nuevo rumbo de Amazonas. Los ciudadanos tenemos esperanzas, tenemos capacidades para mejorar la calidad de vida; pero es necesario que los líderes potencien y pongan en acción estas capacidades, estas potencialidades, estas esperanzas.
Amazonas, sus ciudades (Chachapoyas, Bagua, Luya, Lamud, Mendoza, Jumbilla, Santa María de Nieva, Bagua Grande), sus pueblos pueden tener una mejor calidad de vida; hay que ver más allá de nuestra “realidad encapsulada”, de nuestro conformismo convivencial. Que nuestras autoridades, que nuestros intelectuales, que nuestros líderes nos hagan visionar la verdadera realidad, para que a partir de ésta sepamos ver nuevas oportunidades, nuevas esperanzas; un nuevo desarrollo amazonense para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.   

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