sábado, 3 de mayo de 2014

POBREZA Y HOMICIDIOS: AMAZONAS EN SU MOMENTO MÁS CRÍTICO
 
 
El mes de mayo se inicia con malas noticias para los amazonenses, el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) acaba de publicar un informe sobre la Evolución de la Pobreza Monetaria 2009-2013" donde se destaca que la pobreza en el Perú se redujo 1,9 puntos porcentuales (de 25,8 a 23,9%); es decir, 491 mil personas salieron de la pobreza el año pasado.
 
Desde el 2009 hasta el 2012, Amazonas se encontraba compartiendo con otros departamentos un segundo grupo de pobreza y se ubicaba en los puestos séptimo u octavo a nivel nacional, hoy lamentablemente en Amazonas ha aumentado la pobreza a un 47,3% y se ubica solo por detrás de Cajamarca y Ayacucho, compartiendo el primer grupo. Es decir, ahora hemos caído al tercer lugar como región más pobre del país.
 
El incremento de la pobreza en Amazonas fue del 2,8%. En líneas generales Amazonas ha retrocedido, a pesar de que en los últimos dos años el presupuesto del Gobierno Regional aumentó considerablemente si se le compara con hace 5 o 10 años atrás. Es más, a pesar de que el proceso de descentralización fiscal y de programas sociales, ahora son manejados por el gobierno regional y las municipalidades; hemos caído al fondo en cuanto a pobreza.
 
Algo ha fallado en la gestión y política regional, y creo que es indudablemente la limitada visión del desarrollo y la falta de proyectos multidimensionales para hacer frente estructuralmente a los problemas. Eso no se ha realizado en Amazonas.
 
Si esto no fuera poco para Amazonas, la estocada final lo da la Revista Hildebrandt en sus Trece”. En su edición del 2 de mayo, publica que nuestra región cuenta con la más alta tasa de homicidios del país, un 30.6 homicidios por cada 100 mil habitantes; es decir, tenemos más del triple del promedio nacional (9.5); es más, superamos a la “Lima violenta y caótica” que cuenta con 5.4. Estos datos pertenecen al Ministerio de Justicia.
 
Amazonas pasa por su peor momento y esta es nuestra realidad. Parte de la culpa lo tenemos nosotros los amazonenses por no saber elegir; pero la mayor culpa son de las autoridades, que no supieron estar a la talla de las demandas de la región y sus pueblos. El actual presidente regional fue un Viceministro de Hacienda, por ende sabía y tenía el conocimiento para repotenciar el desarrollo económico y social en la región, pero vemos que lamentablemente no fue así; es más, en su gestión ahora somos los terceros pobres a nivel nacional.
 
Al próximo gobierno regional, lo espera una tarea muy ardua y es posesionar a la región en un sitial promisorio, sacarnos de este tercer lugar de pobreza y de su situación alarmante de homicidios. Exijamos a los candidatos y sus movimientos las cosas claras y transparentes. Busquemos la elaboración y discusión de los planes de gobierno, exijámoslo para saber cuál será el rumbo de la región en los próximos cuatro años. Qué propuestas plantean para disminuir la pobreza y la inseguridad ciudadana. Cuál es la visión de desarrollo en base a nuestras potencialidades.
 
Creo que hemos llegado a lo más hondo de nuestra crisis regional, no podemos estar peor. Pongamos todos el hombro, para reflotar a la región y sus pueblos. Autoridades, candidatos, empresas y ciudadanía, debemos juntarnos para hacer de Amazonas una región con esperanzas para nuestros hijos e hijas.
 

domingo, 27 de abril de 2014

MUJER RURAL: PILAR PARA LA SEGURIDAD
 
ALIMENTARIA E INCLUSIÓN SOCIAL

 
El Perú ha sido bendecido con una rica variedad biológica, ecológica y cultural, y éstas dominan nuestras áreas rurales del país. Las personas que habitan estas regiones; sobre todo las mujeres, conviven y hacen uso de estos recursos, y constituyen los entes activos que permiten beneficiarse de los mismos, para mejorar la calidad de vida en los pueblos. Las mujeres rurales son las protagonistas activas del uso adecuado y calculado de los recursos, y la preservación de las manifestaciones culturales. Son ellas, las agentes encargadas de asegurar la reproducción y la vida en los espacios rurales, y por tal labor necesitan del apoyo mancomunado para salir de su precaria situación en la que se encuentran.
 
El rol primordial que cumple la mujer rural en el mundo, reviste vital importancia para el desarrollo sostenible de sus familias, comunidades y países. Su arduo trabajo desde el campo, contribuye sobre todo a la seguridad alimentaria y desarrollo rural. Cuando nos referimos al tema de la mujer rural, tendemos comúnmente asociarla con las actividades agrícolas, y por lo tanto, a ellas conocerlas como “agricultoras”. Esta asociación es evidente en el mundo y el Perú. Son las mujeres rurales, los motores que mueven las actividades agrícolas, pecuarias y familiares en sus pueblos, pero muy pocas veces este esfuerzo es reconocido y valorado; infravalorando, subestimando e “invisibilzando” la labor que cumplen.
 
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), las mujeres rurales producen más del 50% de los alimentos en el mundo, y en América del Sur esta proporción varía entre el 30 y 40%; de esta población, el 70% corresponde a mujeres rurales, cuya principal actividad es la agricultura. A pesar de ser “gestoras” de los recursos agrícolas y ecológicos, su limitado acceso a los mismos y a los procesos en la toma de decisiones, aumenta su vulnerabilidad y las posiciona subordinadamente dentro de las estructuras sociales.
 
Éstas han asumido diversas responsabilidades como cultivar, cosechar, cazar, pescar, cargar agua, llevar leña a casa, preparar los alimentos, crianza de animales, asegurar la reproducción, contribuyen económicamente, etc. Todas estas actividades permiten que en la mesa familiar existan alimentos, gracias al esfuerzo de las madres, esposas, hermanas e hijas de las zonas rurales; pero lamentablemente, son ajenas a una educación adecuada, a un trato digno, a una apropiada asistencia médica, al acceso a los servicios y oportunidades que existen en las comunidades. Las mujeres siguen siendo la población más desfavorecida en el medio rural, son el rostro de la pobreza.
 
La población rural según el Censo 2007, asciende a 6 millones 601,869 habitantes, de los cuales 3 millones 205,434 son mujeres. Es una tarea ardua de las instituciones potenciar sus capacidades productivas y el acceso igualitario a los recursos, ya que ellas son garantía para tener seguridad alimentaria, preservación del medio ambiente y gestión eficiente de sus recursos, adecuada nutrición, uso apropiado del agua; por eso la importancia de revalorar su trabajo y capacitarlas en diversas materias de desarrollo local ya que poseen conocimientos tradicionales y modernos para la conservación e innovación de los recursos a nivel alimentario, artesanal, medicinal, agropecuario y ambiental. Cada vez más las mujeres participan en las asambleas comunales, sin embargo todavía pocas de ellas emiten opinión, y menos tienen derecho al voto en la solución de problemas comunales.
 
Según el Censo 2007 (INEI), de cada 100 mujeres, 12 son adolescentes que habitan en las áreas andinas, selváticas y poblaciones marginales de Lima. Muchas de ellas son madres, con problemas económicos y nutricionales, concentrándose en las regiones de la selva. La inasistencia y/o deserción a los centros educativos se debe a la edad fértil, la nupcialidad temprana, el embarazo adolescente, problemas económicos y resistencias culturales. Si tuvieran mejor educación mejorarían el valor nutritivo de los alimentos.
 
La migración del campo a la ciudad, que resulta eminentemente masculina, está conllevando a que las mujeres rurales adopten otras responsabilidades, muchas veces agravando su situación de pobreza debido a que luchan por mantener a los hijos e hijas y se hacen cargo del cuidado de las chacras y animales. Lo positivo de esta situación es que  los hogares son liderados por la mujeres y por ende refuerzan su posición como agricultoras, productoras y partícipes activas en el desarrollo familiar y comunal.
 
Actualmente es necesario proteger en la mujer rural, sus derechos de propiedad intelectual del conocimiento, arte y diseño indígena, y asegurar que sus comunidades indígenas sean insertadas en el mundo de la globalización a través de la capacitación en exportación, acceso a los mercados, acceso a programas de apoyo a la exportación; todo ello, sin explotar los conocimientos tradicionales y modos de vida. Como mencionamos anteriormente, la mujer rural es la principal “depositaria” de los conocimientos tradicionales y autóctonos de nuestros pueblos andinos, amazónicos y costeños.
 
La mujer rural es el pilar para que la familia y comunidad cuenten diariamente con los alimentos respectivos y aseguren el bienestar de sus integrantes. Por eso desde el Estado y las organizaciones privadas, tenemos que revalorar y “visibilizar” el aporte de la mujer rural para el desarrollo local y nacional dentro del marco de la inclusión social.