lunes, 11 de diciembre de 2017

CARTA ABIERTA A LA FIFA: LAS FIBRAS HISTÓRICAS DE LA HOJA DE COCA



Sentado en un Quioco junto a mi tío Pepe, tío Lucho, don Ishaco y el Suyo, personajes luyanos ellos, contemplábamos la luna llena arriba en Shuclla, mientras la tuelaca revoloteaba los campos de cultivo de El Oratorio, se escuchaba “cantar” a los grillos y asomaban las primeras luciérnagas de la noche que se avecinaba. Iba a ser una noche larga, al día siguiente se haría la trilla del trigo; hoy fue un día cansado, bajo el inclemente sol amazonense, con hocinos en mano se cortó el trigo, y se dejó preparado para la larga faena de mañana.

Pirulino y la Luna, los perritos de la familia, correteaban en la pampa siguiendo a una perdiz, mientras los caballos descansan después de haber tomado agua en el Poyo. Tío Lucho se para repentinamente y rompe el silencio; ¡Hijo!, me dice, “ya mielea, ya dulcea la hojita, voy a traer el chufrán de mi alforjilla para iniciar nuestra “noche verde”.

Mientras el Suyo preparaba su cigarro de tabaco envueltas en hojas de cuaderno y mi tío Pepe enfundaba su puñal para cortar leña, don Ishaco iniciaba con el bolo en la boca a contar las historias de nuestros abuelos, de nuestros gentiles. ¡La “noche verde” se ha iniciado!

Las historias las conozco, las he estudiado y cada vez las valoro más. Mientras el chacchado de la hojita verde, en un ritual de milenios de años, enjuga los labios resecos por el sol, de los pobladores indígenas y campesinos, yo me inserto al ritual de esta “noche verde”. Mientras mis acompañantes, cada uno de ellos, va narrando sus historias; mi imaginación vuela y se sustenta en una realidad: la hoja de coca fue un componente esencial en la construcción de nuestras culturas, que hoy son admiradas en el mundo.

Veo la majestuosidad de Machupicchu, a las piedras divinamente arrimadas en Kuelap, a los portentosos Purunmachos de Carajía “mirando” la salida del Sol, los templos religiosos del norte costeño como Chan Chan; observo anonadado el recorrido arterial del Qhapaq Ñan o los recintos de Choquequirao, muy cerca de las nubes; entonces uno se da cuenta que los hombres y mujeres que construyeron estas maravillas encontraron la filosofía de la vida en las fibras de la hoja de coca. Sus construcciones son el fiel reflejo de ello.

Excavaciones arqueológicas encontraron que en muchos de estos lugares se rendía culto a nuestra hojita. Momias de nuestros antepasados han sido encontradas rodeadas por hojas de coca o parafernalias pintadas con este elemento de la naturaleza. Machupicchu o Kuelap fueron construidas bajo la filosofía inspiradora que producía la hojita verde. El cronista Blas Valera mencionaba que “es tan agradable la coca a los indios que por ella posponen el oro y la plata y las piedras preciosas: lo plantan con gran cuidado y la mayor diligencia”. La hoja de coca en la antigüedad siempre se circunscribió para funciones médicas religiosas; fue el protagonista central de las cosmovisiones y los rituales en el mundo andino y amazónico.

Mientras mis acompañantes siguen chacchando las fibras verdes y encontrándose con si mismos a través de sus historias, me pongo a pensar en la coyuntura deportiva actual. Nuestro seleccionado de fútbol Paolo Guerrero, ha sido “castigado” por un ente internacional (la FIFA) a dejar su trabajo, a dejar la práctica del fútbol.  “Me han cortado las piernas”, dice Paolo. Sustenta la FIFA que en su cuerpo se ha encontrado una sustancia prohibida, a la cual el jugador y sus abogados han mencionado que es debido a la ingesta de un té, que contenía residuos de hoja de coca.

Disculpen ustedes FIFA, ¿UNA SUSTANCIA PROHIBIDA? Nuestra hoja de coca en el Perú y demás países andino amazónicos, NUNCA fue una sustancia prohibida. ¿Quieren decir ustedes que nuestros campesinos y pobladores indígenas actuales, que para labrar sus tierras con un arado o recorrer grandes distancias en una montaña; mastican su hoja de coca y por ello hay que considerarlos “faloperos”? ¿Que nuestros antepasados que construyeron maravillas arquitectónicas como Kuelap o Machu Picchu, bajo la filosofía del chacchado de la hojita verde, estaban drogados?

¡Hay que hacer respetarnos como país por Dios santo!, señores de la FIFA tengan unos ojos más interculturales y menos cuadriculados. Somos un país histórico y diverso, que fuimos grandes porque nuestros antepasados, entre muchas cosas, consumieron hoja de coca. ¿Dónde está nuestro Estado y su Gobierno para hacer respetar la terrible imagen que hacen de la hoja de coca?

Como dice el Dr. Sacha Barrio, el ingerir hoja de coca no tiene efectos estupefacientes, “no se debe confundir la adicción a la cocaína con el hábito de consumir hoja de coca de muchos pueblos y países andino amazónicos”. Entiendan FIFA que la “mala imagen” que hacen de nuestra hoja sagrada, está contravenida con que en 100 gramos de hoja de coca encuentras muchas más proteínas que en la misma cantidad de quinua, trigo o maíz.

Digamos de una vez, la hoja de coca NO es mala como nos está haciendo pintar hoy la FIFA, nuestros pobladores indígenas NO son “faloperos” o drogadictos por el hecho de masticarlos. No somos adictos tan solo por el hecho de que en un hotel te sirvan un té o mate de coca. Entiende FIFA, mi madre no es una narcótica tan solo por el hecho de que mi abuela y sus generaciones le enseñaron que cada vez que tenga gripe o mal de altura, me hicieran masticar o hacerme tomar un té caliente de esta hojita verde.

Paolo Guerrero, nuestro jugador insigne, no puede ser castigado porque en su cuerpo se encontró las fibras que han caracterizado milenariamente a nuestro país, y por ello nos hicimos grandes y admirados hoy en el mundo. Guerrero lleva en su cuerpo, las huellas de nuestro pasado, de nuestro presente y de nuestro futuro. ¡Las fibras históricas que han caracterizado a nuestros países y sus culturas! Respeten eso señores de la FIFA.

Los rayos de la luna caen majestuosas sobre el acantilado del Oratorio mientras en el cielo estrellado de Amazonas surca velozmente una estrella fugaz. ¡” Ya es muy tarde” !, irrumpe mi tío Pepe. Es verdad, son las 12 de la noche y mañana tenemos una larga jornada con la trilla del Trigo. “Que tal las historias”, me dice don Ishaco, yo levanto mi índice derecho y le doy mi aprobación. Todos vamos a la chosita a dormir, se acabó la “noche verde”, mientras por nuestras venas recorre las fibras históricas de nuestra hoja sagrada.
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Quioco: Silla hecha de raíz de un árbol llamado maguey.
Ishaco: Sobrenombre derivado de Isaías.
Suyo: Sobrenombre de poblador luyano llamado Suyoberto.
Shuclla: Cerro histórico del distrito de Luya.
Tuelaca: Término amazonense para referirse al Búho.
Chufrán: Instrumento antiguo para el chacchado que contiene una aguja y la cal.
Trilla: Triturar con caballos el cereal cortado del trigo para separar el grano de la paja.
El Oratorio: Asentamiento antiguo de los luyanos. Hoy campos de cultivo.
Hocinos: Herramienta agrícola para cortar de tallos de gramíneas, sobre todo de cereales.
Poyo: Lugar de Luya dónde se abastece de agua a los animales.
Bolo: Se forma en la boca de los campesinos debido al masticado y almacenamiento de la hoja de coca.
Falopero: Que consume drogas de efecto estimulante o alucinógeno.