domingo, 10 de mayo de 2015

CON LA NATURALEZA NO SE IMPROVISA, ¡SE PLANIFICA!
 
 
Los rituales cosmovisonarios de las época pre inca e inca, o de nuestros propios Luya - Chillaos, Chachapoyas o de una comunidad actual de la amazonia; siempre se caracterizaron por ser manifestaciones de alto culto y respeto a su naturaleza. Nomás veamos una pictografía de Chanque en Lamud o la práctica agrícola de un ciudadano Awajún, y resaltaremos esa reciprocidad, horizontalidad y conservación que siempre han tenido con los elementos bióticos y abióticos de su ecología.
 
¿Qué hemos aprendido nosotros de estas prácticas de conservación? Pues casi nada, al contrario tratamos de arrinconarlo y aniquilarlo como prácticas propias de pueblos incivilizados. Las consecuencias de esta “exclusión” de conocimientos, lo vemos hoy: carreteras colapsadas que se tiñen de sangre por muertes innecesarias.
 
Vuelo sobre un halcón amazonense e imagino los acantilados que rodean la carretera Fernando Belaunde, con árboles que impiden los huaycos, derrumbes y “bajadas de cerros”, muy bien sembrados como lo hicieron los antiguos Chillaos, Chachapoyas o Baguan. Me imagino sus caminos que trasladan productos, por senderos rodeados de árboles o montes que evitan derrumbes. El vuelo del halcón me permite imaginar al amazonense, respetando a la naturaleza, con prácticas diversas que permiten su conservación, como en tiempo de los ancestros. El mismo halcón muestra a nuestros pobladores, cual Awajún o Wampis, hacen uso de diversas actividades animistas que permiten la conservación de sus bosques.
 
Lamentablemente la realidad no es esta. Ese halcón resulta ser un ómnibus atrapado con pasajeros entre dos corrientes de agua, barro y piedras, poniendo al límite la vida de personas; y esos planificadores no son pues nuestros Chillaos o Chachapoyas, son autoridades y empresas que no cuentan con planes de contingencia ante la naturaleza, que a manera de “venganza”, descarga su ira contra esta “civilización” que destruye árboles, bosques, animales, y contamina el aire y agua.
 
Es inaudito el comportamiento de las autoridades regionales y la empresa encargada de dar sostenibilidad a esta carretera. Se culpan entre sí por esta caótica situación, pero no se miran en un espejo para darse cuenta que no tienen ninguna planificación para prever y solucionar esta problemática, a través de una adecuada red vial departamental. Tanto es la ineficiencia e ineficacia, que ha cobrado la muerte de casi una decena de amazonenses.
 
Es en este momento crítico, donde se debe tener el accionar planificado de un aparato regional, conformado por entidades públicas y privadas, pero lastimosamente esa organización no existe. Necesitamos en Amazonas un equipo multisectorial y multidisciplinario, que planifiquen y construyan “planes de contingencia” para hacer frente a estas situaciones provocadas por la naturaleza, así:
 
1.       Elaborar un proyecto vial alternativo a la actual carretera Fernando Belaunde, que evite el tránsito por espacios vulnerables a huaycos y derrumbes, y enlace más pueblos. Me imagino una carretera por Lonya Grande, Ocallí, Camporredondo, Huaylla Belen, Luya, Chachapoyas, y de allí hacia la selva. Por otro lado impulsar y gestionar vuelos comerciales a Chachapoyas para dar solución en parte la incomunicación existente, para ello necesitamos un gobierno fuerte, capacitado e influyente para gestiones de este tipo.
 
2.       Un plan ambicioso de reforestación en zonas vulnerables. Vislumbro sembrar plantas nativas en la ladera de los cerros, que impidan de esa manera la lixiviación, erosión y degradación de los suelos, conllevando a evitar huaycos y derrumbes con consecuencias fatales.
 
3.       Un proyecto de recuperación de conocimientos de conservación. A través de estudios e investigaciones regionales de nuestras culturas ancestrales y actuales como los Awajún. A través de la arqueología y antropología, conocer esas prácticas que han permitido, y aun permiten la conservación de la ecología y aplicarlas a la realidad.
 
4.       Un plan educativo regional de enseñanza para la conservación, sostenibilidad y respeto por la ecología. Además enseñar a los niños y jóvenes amazonenses, cursos de planificación y prevención ante desastres ecológicos y humanos.
 
5.       Planes de contingencia regional a nivel de abastecimiento de productos. Propongo grandes almacenes en las provincias, al mismo estilo de Wuanglic, donde exista reserva de productos no perecibles que permitan dar alimento, vestido, techo y medicinas a ciudadanos que hayan sufrido las inclemencias de la naturaleza. Será también una manera de evitar la especulación, carencia y encarecimiento de productos.
 
6.       Finalmente, y de suma necesidad, imagino a un equipo de autoridades comprometidas con los derechos ciudadanos, trabajando en base a un sistema planificado de prevención y acción ante los desastres. Me imagino a estas autoridades en la cancha, “dando la cara”, velando por intereses colectivos y no particulares.
 
Con la naturaleza no se improvisa señores, más aun en estos tiempos en que vivimos problemas de calentamiento global, debido a que cada segundo destruimos el hogar natural que nos rodea. Con la naturaleza se planifica, bajo un enfoque de reciprocidad: “si yo humano necesito de ti árbol, la madera y tus frutos; yo árbol necesito de ti humano que me siembres para seguir viviendo y dándote madera, alimentos y oxigeno”. Un simple razonamiento que todo ciudadano tiene el deber de cumplir; por el bien de nuestro mundo, por el bien de Amazonas. No más carreteras destruidas, no más muertos. Señores autoridades, sean buenos guías en este largo sendero de huaycos y derrumbes.