CON LA NATURALEZA NO SE IMPROVISA, ¡SE PLANIFICA!
Los rituales
cosmovisonarios de las época pre inca e inca, o de nuestros propios Luya -
Chillaos, Chachapoyas o de una comunidad actual de la amazonia; siempre se
caracterizaron por ser manifestaciones
de alto culto y respeto a su naturaleza. Nomás veamos una pictografía de
Chanque en Lamud o la práctica agrícola de un ciudadano Awajún, y resaltaremos
esa reciprocidad, horizontalidad y
conservación que siempre han tenido con los elementos bióticos y abióticos
de su ecología.
¿Qué hemos aprendido nosotros de estas prácticas de
conservación? Pues casi nada, al contrario tratamos
de arrinconarlo y aniquilarlo como
prácticas propias de pueblos incivilizados. Las consecuencias de esta
“exclusión” de conocimientos, lo vemos hoy: carreteras colapsadas que se tiñen de sangre por muertes innecesarias.
Vuelo sobre un
halcón amazonense e imagino los acantilados que rodean la carretera Fernando
Belaunde, con árboles que impiden los
huaycos, derrumbes y “bajadas de cerros”, muy bien sembrados como lo
hicieron los antiguos Chillaos, Chachapoyas o Baguan. Me imagino sus caminos
que trasladan productos, por senderos rodeados de árboles o montes que evitan
derrumbes. El vuelo del halcón me permite imaginar al amazonense, respetando a la naturaleza, con prácticas
diversas que permiten su conservación, como en tiempo de los ancestros. El
mismo halcón muestra a nuestros pobladores, cual Awajún o Wampis, hacen uso de
diversas actividades animistas que
permiten la conservación de sus bosques.
Lamentablemente la realidad no es esta. Ese halcón
resulta ser un ómnibus atrapado con
pasajeros entre dos corrientes de agua, barro y piedras, poniendo al límite la
vida de personas; y esos planificadores no son pues nuestros Chillaos o
Chachapoyas, son autoridades y empresas
que no cuentan con planes de contingencia ante la naturaleza, que a manera
de “venganza”, descarga su ira contra
esta “civilización” que destruye árboles, bosques, animales, y contamina el
aire y agua.
Es inaudito el comportamiento de las
autoridades regionales y la empresa encargada de dar sostenibilidad a esta
carretera. Se culpan entre sí por esta
caótica situación, pero no se miran en un espejo para darse cuenta que no tienen ninguna planificación para prever
y solucionar esta problemática, a través de una adecuada red vial departamental.
Tanto es la ineficiencia e ineficacia, que ha cobrado la muerte de casi una
decena de amazonenses.
Es en este
momento crítico, donde se debe tener el accionar
planificado de un aparato regional, conformado por entidades públicas y
privadas, pero lastimosamente esa organización
no existe. Necesitamos en Amazonas un equipo multisectorial y multidisciplinario, que planifiquen y construyan
“planes de contingencia” para hacer frente a estas situaciones provocadas por
la naturaleza, así:
1.
Elaborar un proyecto vial alternativo a la actual
carretera Fernando Belaunde, que evite el tránsito por espacios vulnerables a
huaycos y derrumbes, y enlace más pueblos. Me imagino una carretera por Lonya
Grande, Ocallí, Camporredondo, Huaylla Belen, Luya, Chachapoyas, y de allí
hacia la selva. Por otro lado impulsar y
gestionar vuelos comerciales a Chachapoyas para dar solución en parte la
incomunicación existente, para ello necesitamos un gobierno fuerte, capacitado
e influyente para gestiones de este tipo.
2.
Un plan ambicioso de reforestación en zonas vulnerables. Vislumbro
sembrar plantas nativas en la ladera de los cerros, que impidan de esa manera
la lixiviación, erosión y degradación de
los suelos, conllevando a evitar huaycos y derrumbes con consecuencias
fatales.
3.
Un proyecto de recuperación de conocimientos de
conservación. A través de estudios e investigaciones regionales de nuestras
culturas ancestrales y actuales como los Awajún. A través de la arqueología y
antropología, conocer esas prácticas que han permitido, y aun permiten la
conservación de la ecología y aplicarlas a la realidad.
4.
Un plan educativo regional de enseñanza para la conservación, sostenibilidad y
respeto por la ecología. Además enseñar a los niños y jóvenes amazonenses, cursos
de planificación y prevención ante desastres ecológicos y humanos.
5.
Planes de contingencia regional
a nivel de abastecimiento de productos.
Propongo grandes almacenes en las provincias, al mismo estilo de Wuanglic,
donde exista reserva de productos no
perecibles que permitan dar alimento, vestido, techo y medicinas a
ciudadanos que hayan sufrido las inclemencias de la naturaleza. Será también
una manera de evitar la especulación, carencia y encarecimiento de productos.
6.
Finalmente, y de suma
necesidad, imagino a un equipo de
autoridades comprometidas con los derechos ciudadanos, trabajando en base a
un sistema planificado de prevención y acción ante los desastres. Me imagino a
estas autoridades en la cancha, “dando la cara”, velando por intereses
colectivos y no particulares.
Con la
naturaleza no se improvisa señores, más aun en estos tiempos en que vivimos
problemas de calentamiento global,
debido a que cada segundo destruimos el hogar natural que nos rodea. Con la naturaleza se planifica, bajo un
enfoque de reciprocidad: “si yo humano necesito de ti árbol, la madera
y tus frutos; yo árbol necesito de
ti humano que me siembres para seguir viviendo y dándote madera, alimentos y
oxigeno”. Un simple razonamiento que todo ciudadano tiene el deber de cumplir; por el bien de
nuestro mundo, por el bien de Amazonas. No más carreteras destruidas, no más
muertos. Señores autoridades, sean
buenos guías en este largo sendero de huaycos y derrumbes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario