LA JUSTICIA Y EQUIDAD,
UN RETO DEL BICENTENARIO
Empezaré este análisis diferenciando ambos
términos. La justicia consiste en la
aplicación del derecho positivo para dar a cada uno según sus méritos, ya
que todas las personas somos iguales
ante la ley y sus efectos nos alcanzan sin distinción alguna. La Equidad en cambio, es la capacidad de
impartir justicia partiendo del principio de la igualdad, considerando las necesidades individuales y las
circunstancias de cada ciudadano.
En nuestro Perú podemos decir que, estos
principios son parte de la retórica de
los discursos y los documentos institucionales, que han demarcado
generacionalmente la historia del país. El Principio de Justicia, comenzó a ser “injusticia” desde cuando
los españoles pusieron sus pies sobre nuestro territorio, que lo podemos
resumir en lo siguiente: “los españoles y sus hijos criollos viviendo en Lima
con sus privilegios, y los indios en sus pueblos o en un socavón minero, para
alimentar a los gamonales”.
Este escenario, es un
símil con la realidad actual, solo han cambiado los personajes y/o actores. Los privilegios para las
grandes ciudades, y el resto, el patio trasero del país. La justicia solo es para los pocos, para las minorías; mientras que, para
la gran mayoría, la justicia sigue siendo una gran panacea que buscan los
excluidos para poder activar sus derechos. El panorama al Bicentenario es: los pocos que siempre manejan la justicia y
crean las desigualdades; y al otro lado, los muchos que reciben la justicia
parcializada de acuerdo a sus posibilidades.
Si la justicia todavía es una quimera
inalcanzable para muchos/as en nuestro país de hoy, LA EQUIDAD ES UN SUEÑO. La equidad desde el concepto de igualdad,
se puede decir que es un gran reto para las generaciones futuras que tiene que
construirse sosteniblemente. Claramente, no
somos un país igualitario o equitativo. El crecimiento económico de las
últimas dos décadas, admirado en el mundo, no ha significado cerrar las brechas
de desigualdad; al contrario, los ha
ampliado.
El Perú en los últimos 20 años, ha tenido un crecimiento vertiginoso de su economía,
gracias principalmente a sus recursos de exportación
de materia prima como los minerales; y si bien, ello ha permitido reducir
la pobreza, NO HA SIGNIFICADO CREAR
IGUALDAD, debido a que ese crecimiento económico, no ha mejorado aspectos
vitales como la educación, la salud,
seguridad alimentaria o acceso a servicios e infraestructura básica;
componentes claves para construir equidad e igualdad y por consiguiente mejorar
la calidad de vida, más allá de superar las “líneas de pobreza”.
Si entonces, la justicia todavía no ha llegado
a las poblaciones vulnerables del país, difícilmente
les ha llegado la equidad e igualdad. La Justicia y Equidad, supone tener
un país con una Nación construida,
con un Estado fuerte, con una clase política responsable y con inversión privada solidaria. Eso no ha
ocurrido todavía en nuestro país; por tanto, la Justicia y Equidad solo es
accesible para los que ostentan los
diversos tipos de poderes públicos y privados; las masas, el pueblo caminante, o los excluidos de nuestras fronteras,
ellos no conocen estos principios.
Este es un gran reto del Perú camino al
Bicentenario, hacer de la Justicia y
Equidad, una herramienta democrática y de derechos, donde “todos se mojen”
con el crecimiento económico, y el desarrollo no sólo sea la negación para las
grandes masas, y el beneficio para los pocos. Los 200 años de nuestra
República, de inequidad e injusticias, se han reflejado en el voto del 11 de abril,
donde, LOS OTROS PERÚs, manifestaron
su voto por una opción que los escuchó. "Hablaron los ignorados, y no los ignorantes". Mientras tanto:
¡Esto es el Perú de
hoy!