lunes, 22 de febrero de 2016

“DE LA SELVA VERDE, A LA SELVA NEGRA”
 


El Perú históricamente no ha sido un país petrolero si es que le comparamos con Venezuela o nuestro vecino Ecuador; este último tiene una importante producción petrolera manejada responsablemente por el Estado ecuatoriano. Se imaginan a nuestro país  produciendo petróleo como estos países, las selvas serían negras y los ríos corrientes de crudo, si es que nos guiamos con los últimos derrames de petróleo ocurridas en nuestras tierras de Amazonas y Loreto.
Lo ocurrido en Amazonas, específicamente en el distrito de Chiriaco, es la clara muestra de un Estado institucionalmente débil, desconectado completamente de los procesos y de los pueblos amazónicos en este caso. Un Estado que tiene solo como discurso a la inclusión, más no como una praxis de acción en el campo.
Pero el derrame de petróleo no solamente es una problemática que está ocurriendo en nuestro Amazonas, somos el segundo departamento más deforestado; cada minuto quitamos la vida a los árboles, convirtiendo nuestras montañas en un terreno paramo, propio para el beneficio de los intereses extractivitas. El derramamiento de petróleo es un hecho coyuntural, una fotografía del momento, si es que le comparamos con el nivel devastador que estamos realizando con la destrucción permanente de nuestros bosques, destruyendo hábitats, ecosistemas e inclusive destruyendo bosques de neblina, proveedores de nuestro líquido elemento: el agua.
Lamentablemente las selvas verdes y sus espejos los ríos, se han transformado en “tinta negra”. La destrucción ecosistémica, sumada a las consecuencias sobre la agricultura, la pesca y la convivencia humana, ha acarreado consecuencias nada gratas para el desarrollo de Amazonas. Un departamento pobre y excluido, con débil presencia nacional, donde sus habitantes originarios ven quebrantados sus relaciones horizontales con su ecología, con un derramamiento petrolero que muestra por un lado la debilidad institucional de un Estado excluyente, y por otro lado evidencia las necesidades de pueblos que conviven en extrema pobreza y que por dinero (dos soles) son capaces de arriesgar sus cuerpos y vidas limpiando sus selvas del lamentable derrame. Es desgarrador ver al futuro de Amazonas, del Perú; a niños y niñas manchados de color negro, solo por el hecho de ganarse unas monedas y hacer respetar su ecología.
Los amazónicos basan su alimentación en los ríos, siempre ha sido así y lamentablemente a esos ríos los vienen “envenenando” sistemáticamente. ¡La “venas de la vida” en la Amazonía, los vienen destruyendo! Es contraproducente no observar las reacciones de los actuales candidatos presidenciales o congresales, sobre este hecho avasallador ¿Qué dicen los candidatos por Amazonas? Es lamentable, no ver la reacción oportuna y decidida de nuestro Gobierno Regional (parte descentralizada de este Estado débil). Es irónico que la población peruana solo se sucumba a estar pendiente de “debates” superfluos de las campañas electorales nada productivas e insignificantes, discutiendo plagios, nacionalidades y corrupción de candidatos; y no nos interesemos de la destrucción sistemática que hacemos en nuestro hogar amazónico.
Aplaudo desde esta tribuna las iniciativas de protesta ciudadana que se están realizando desde las redes sociales, lamentablemente estas protestas deberían formalizarse institucionalmente y ser encabezadas por el Gobierno Regional y los gobiernos locales de Amazonas. Se tiene que exigir que de acuerdo al artículo 9 de la Ley N° 28611 se adopte medidas de restauración y reparación de los daños ocasionados por PETROPERÚ. Justamente es esta empresa estatal, muestra institucional de la debilidad que vengo abordando en el presente artículo.
Siendo nuestro Perú un país minero y de producción de hidrocarburos, se debe exigir a las empresas públicas y privadas, altos estándares de responsabilidad ambiental y prevención ante este tipo de situaciones. El Gobierno Regional de Amazonas, debe exigir que el próximo Congreso debata leyes para la prevención y celeridad ante la contaminación ambiental, y que se impulse desde el parlamento (¡a ver si nuestros próximos congresistas le ponen en agenda!), una ley del bono de recomposición ambiental, que no solamente se active cuando exista derrames u otro tipo de contaminación, sino que se promueva un bono financiero directo a las comunidades por el usufructo de sus recursos y tierras.
Solamente de esta manera estaremos hablando de una verdadera igualdad e inclusión social, solamente de esta manera estaremos haciendo respetar los derechos de nuestros pueblos, solamente de esta manera dejaremos de tener “selvas negras y deforestadas”. Señor gobernante regional, sea usted la cabeza visible de estas protestas ciudadanas, le agradeceremos como amazonenses.