“DE LA SELVA VERDE, A LA SELVA NEGRA”
El Perú históricamente no ha sido un país petrolero si es que
le comparamos con Venezuela o nuestro vecino Ecuador; este último tiene una
importante producción petrolera manejada responsablemente por el Estado
ecuatoriano. Se imaginan a nuestro país
produciendo petróleo como estos países, las selvas serían negras y los ríos corrientes de crudo, si es que
nos guiamos con los últimos derrames de petróleo ocurridas en nuestras tierras
de Amazonas y Loreto.
Lo ocurrido en Amazonas, específicamente
en el distrito de Chiriaco, es la clara muestra de un Estado institucionalmente débil, desconectado completamente de los
procesos y de los pueblos amazónicos en este caso. Un Estado que tiene solo como discurso a la inclusión, más no como una
praxis de acción en el campo.
Pero el derrame de petróleo no
solamente es una problemática que está ocurriendo en nuestro Amazonas, somos el segundo departamento más
deforestado; cada minuto quitamos la vida a los árboles, convirtiendo
nuestras montañas en un terreno paramo, propio
para el beneficio de los intereses extractivitas. El derramamiento de petróleo
es un hecho coyuntural, una fotografía del momento, si es que le comparamos con el nivel devastador que estamos
realizando con la destrucción permanente de nuestros bosques, destruyendo hábitats, ecosistemas e
inclusive destruyendo bosques de neblina, proveedores de nuestro líquido
elemento: el agua.
Lamentablemente las selvas verdes
y sus espejos los ríos, se han
transformado en “tinta negra”. La destrucción ecosistémica, sumada a las
consecuencias sobre la agricultura, la pesca y la convivencia humana, ha acarreado
consecuencias nada gratas para el
desarrollo de Amazonas. Un departamento pobre y excluido, con débil presencia
nacional, donde sus habitantes originarios ven quebrantados sus relaciones
horizontales con su ecología, con un derramamiento petrolero que muestra por un lado la debilidad
institucional de un Estado excluyente, y por otro lado evidencia las necesidades de pueblos que conviven en
extrema pobreza y que por dinero (dos soles) son capaces de arriesgar sus
cuerpos y vidas limpiando sus selvas del lamentable derrame. Es desgarrador
ver al futuro de Amazonas, del Perú; a
niños y niñas manchados de color negro, solo por el hecho de ganarse unas
monedas y hacer respetar su ecología.
Los amazónicos basan su
alimentación en los ríos, siempre ha sido así y lamentablemente a esos ríos los
vienen “envenenando” sistemáticamente. ¡La “venas de la vida” en la Amazonía, los
vienen destruyendo! Es contraproducente no observar las reacciones de
los actuales candidatos presidenciales o congresales, sobre este hecho
avasallador ¿Qué dicen los candidatos
por Amazonas? Es lamentable, no ver
la reacción oportuna y decidida de nuestro Gobierno Regional (parte
descentralizada de este Estado débil). Es irónico que la población peruana solo
se sucumba a estar pendiente de “debates”
superfluos de las campañas electorales nada
productivas e insignificantes, discutiendo plagios, nacionalidades y
corrupción de candidatos; y no nos interesemos de la destrucción sistemática que hacemos en nuestro hogar amazónico.
Aplaudo desde esta tribuna las iniciativas de protesta ciudadana
que se están realizando desde las redes sociales, lamentablemente estas
protestas deberían formalizarse institucionalmente
y ser encabezadas por el Gobierno Regional y los gobiernos locales de Amazonas.
Se tiene que exigir que de acuerdo al
artículo 9 de la Ley N° 28611 se adopte medidas de restauración y reparación de los daños ocasionados por PETROPERÚ. Justamente
es esta empresa estatal, muestra institucional de la debilidad que vengo abordando
en el presente artículo.
Siendo nuestro Perú un país minero
y de producción de hidrocarburos, se debe exigir a las empresas públicas y
privadas, altos estándares de responsabilidad
ambiental y prevención ante este tipo de situaciones. El Gobierno Regional
de Amazonas, debe exigir que el próximo Congreso debata leyes para la prevención y celeridad ante la contaminación ambiental,
y que se impulse desde el parlamento (¡a ver si nuestros próximos congresistas
le ponen en agenda!), una ley del bono
de recomposición ambiental, que no solamente se active cuando exista
derrames u otro tipo de contaminación, sino que se promueva un bono financiero directo a las
comunidades por el usufructo de sus recursos y tierras.
Solamente de esta manera
estaremos hablando de una verdadera
igualdad e inclusión social, solamente de esta manera estaremos haciendo respetar los derechos de nuestros
pueblos, solamente de esta manera dejaremos de tener “selvas negras y deforestadas”. Señor gobernante regional, sea usted la cabeza visible de estas
protestas ciudadanas, le agradeceremos como amazonenses.
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