CARTA ABIERTA A LA FIFA: LAS FIBRAS HISTÓRICAS DE LA HOJA DE COCA
Sentado en un Quioco junto a mi
tío Pepe, tío Lucho, don Ishaco y el Suyo, personajes luyanos ellos, contemplábamos
la luna llena arriba en Shuclla, mientras la tuelaca revoloteaba los campos de
cultivo de El Oratorio, se escuchaba “cantar” a los grillos y asomaban las
primeras luciérnagas de la noche que se avecinaba. Iba a ser una noche larga,
al día siguiente se haría la trilla del trigo; hoy fue un día cansado, bajo el
inclemente sol amazonense, con hocinos en mano se cortó el trigo, y se dejó
preparado para la larga faena de mañana.
Pirulino y la Luna, los perritos
de la familia, correteaban en la pampa siguiendo a una perdiz, mientras los
caballos descansan después de haber tomado agua en el Poyo. Tío Lucho se para
repentinamente y rompe el silencio; ¡Hijo!,
me dice, “ya mielea, ya dulcea la hojita,
voy a traer el chufrán de mi alforjilla para iniciar nuestra “noche verde”.
Mientras el Suyo preparaba su
cigarro de tabaco envueltas en hojas de cuaderno y mi tío Pepe enfundaba su
puñal para cortar leña, don Ishaco iniciaba con el bolo en la boca a contar las
historias de nuestros abuelos, de nuestros gentiles. ¡La “noche verde” se ha
iniciado!
Las historias las conozco, las he
estudiado y cada vez las valoro más. Mientras el chacchado de la hojita verde,
en un ritual de milenios de años, enjuga los labios resecos por el sol, de los
pobladores indígenas y campesinos, yo me inserto al ritual de esta “noche verde”.
Mientras mis acompañantes, cada uno de ellos, va narrando sus historias; mi
imaginación vuela y se sustenta en una realidad: la hoja de coca fue un componente esencial en la construcción de
nuestras culturas, que hoy son admiradas en el mundo.
Veo la majestuosidad de Machupicchu,
a las piedras divinamente arrimadas en Kuelap, a los portentosos Purunmachos de
Carajía “mirando” la salida del Sol, los templos religiosos del norte costeño
como Chan Chan; observo anonadado el recorrido arterial del Qhapaq Ñan o los
recintos de Choquequirao, muy cerca de las nubes; entonces uno se da cuenta que
los hombres y mujeres que construyeron estas maravillas encontraron la
filosofía de la vida en las fibras de la hoja de coca. Sus construcciones son
el fiel reflejo de ello.
Excavaciones arqueológicas encontraron
que en muchos de estos lugares se rendía culto a nuestra hojita. Momias de
nuestros antepasados han sido encontradas rodeadas por hojas de coca o
parafernalias pintadas con este elemento de la naturaleza. Machupicchu o Kuelap
fueron construidas bajo la filosofía inspiradora que producía la hojita verde.
El cronista Blas Valera mencionaba que “es
tan agradable la coca a los indios que por ella posponen el oro y la plata y
las piedras preciosas: lo plantan con gran cuidado y la mayor diligencia”. La
hoja de coca en la antigüedad siempre se circunscribió para funciones médicas
religiosas; fue el protagonista central de las cosmovisiones y los rituales en
el mundo andino y amazónico.
Mientras mis acompañantes siguen
chacchando las fibras verdes y encontrándose con si mismos a través de sus
historias, me pongo a pensar en la coyuntura deportiva actual. Nuestro seleccionado
de fútbol Paolo Guerrero, ha sido “castigado” por un ente internacional (la
FIFA) a dejar su trabajo, a dejar la práctica del fútbol. “Me han
cortado las piernas”, dice Paolo. Sustenta la FIFA que en su cuerpo se ha
encontrado una sustancia prohibida, a la cual el jugador y sus abogados han
mencionado que es debido a la ingesta de un té, que contenía residuos de hoja
de coca.
Disculpen ustedes FIFA, ¿UNA
SUSTANCIA PROHIBIDA? Nuestra hoja de coca en el Perú y demás países andino
amazónicos, NUNCA fue una sustancia prohibida. ¿Quieren decir ustedes que
nuestros campesinos y pobladores indígenas actuales, que para labrar sus tierras
con un arado o recorrer grandes distancias en una montaña; mastican su hoja de
coca y por ello hay que considerarlos “faloperos”? ¿Que nuestros antepasados
que construyeron maravillas arquitectónicas como Kuelap o Machu Picchu, bajo la
filosofía del chacchado de la hojita verde, estaban drogados?
¡Hay que hacer respetarnos como país
por Dios santo!, señores de la FIFA tengan unos ojos más interculturales y
menos cuadriculados. Somos un país histórico y diverso, que fuimos grandes
porque nuestros antepasados, entre muchas cosas, consumieron hoja de coca. ¿Dónde
está nuestro Estado y su Gobierno para hacer respetar la terrible imagen que
hacen de la hoja de coca?
Como dice el Dr. Sacha Barrio, el
ingerir hoja de coca no tiene efectos estupefacientes, “no se debe confundir la adicción a la cocaína con el hábito de
consumir hoja de coca de muchos pueblos y países andino amazónicos”. Entiendan
FIFA que la “mala imagen” que hacen de nuestra hoja sagrada, está contravenida
con que en 100 gramos de hoja de coca encuentras muchas más proteínas que en la
misma cantidad de quinua, trigo o maíz.
Digamos de una vez, la hoja de
coca NO es mala como nos está haciendo pintar hoy la FIFA, nuestros pobladores
indígenas NO son “faloperos” o drogadictos por el hecho de masticarlos. No
somos adictos tan solo por el hecho de que en un hotel te sirvan un té o mate de
coca. Entiende FIFA, mi madre no es una narcótica tan solo por el hecho de que
mi abuela y sus generaciones le enseñaron que cada vez que tenga gripe o mal de
altura, me hicieran masticar o hacerme tomar un té caliente de esta hojita
verde.
Paolo Guerrero, nuestro jugador
insigne, no puede ser castigado porque en su cuerpo se encontró las fibras que han
caracterizado milenariamente a nuestro país, y por ello nos hicimos grandes y
admirados hoy en el mundo. Guerrero lleva en su cuerpo, las huellas de nuestro
pasado, de nuestro presente y de nuestro futuro. ¡Las fibras históricas que han
caracterizado a nuestros países y sus culturas! Respeten eso señores de la
FIFA.
Los rayos de la luna caen
majestuosas sobre el acantilado del Oratorio mientras en el cielo estrellado de
Amazonas surca velozmente una estrella fugaz. ¡” Ya es muy tarde” !, irrumpe mi tío Pepe. Es verdad, son las 12
de la noche y mañana tenemos una larga jornada con la trilla del Trigo. “Que tal las historias”, me dice don
Ishaco, yo levanto mi índice derecho y le doy mi aprobación. Todos vamos a la chosita
a dormir, se acabó la “noche verde”, mientras por nuestras venas recorre las
fibras históricas de nuestra hoja sagrada.
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Quioco: Silla hecha
de raíz de un árbol llamado maguey.
Ishaco: Sobrenombre
derivado de Isaías.
Suyo: Sobrenombre de
poblador luyano llamado Suyoberto.
Shuclla: Cerro
histórico del distrito de Luya.
Tuelaca: Término
amazonense para referirse al Búho.
Chufrán: Instrumento
antiguo para el chacchado que contiene una aguja y la cal.
Trilla: Triturar con
caballos el cereal cortado del trigo para separar el grano de la paja.
El Oratorio: Asentamiento
antiguo de los luyanos. Hoy campos de cultivo.
Hocinos: Herramienta
agrícola para cortar de tallos de gramíneas, sobre todo de cereales.
Poyo: Lugar de Luya
dónde se abastece de agua a los animales.
Bolo: Se forma en la
boca de los campesinos debido al masticado y almacenamiento de la hoja de coca.
Falopero: Que
consume drogas de efecto estimulante o alucinógeno.
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