LAS POLÍTICAS
ALIMENTARIAS EN EL PERÚ
En las últimas décadas, el rostro
de la pobreza en el Perú se ha materializado en la pésima alimentación de
las poblaciones rurales del Ande, la Amazonía y los asentamientos humanos de la
costa. Se hacen los esfuerzos desde el Estado para superar la inseguridad
alimentaria, pero todavía son esfuerzos limitados, debido a que no entendemos la multidimensionalidad de las pobrezas.
En el Perú no existe solamente un tipo de pobreza, sino muchas pobrezas que tienen
que ser entendidas y analizadas.
Nuestro país ha elaborado la
Estrategia Nacional de Seguridad Alimentaria (ENSA) con el fin de reducir los niveles de inseguridad
alimentaria. Se propuso como metas reducir los porcentajes de niños y
mujeres con prácticas inadecuadas de alimentación y nutrición; reducir los
hogares con déficit de acceso calórico de 36% a 25%; incrementar el superávit
en la balanza comercial de alimentos y aumentar la disponibilidad per cápita de
calorías procedentes de alimentos de origen nacional en 10%. Pero muchas de
estas estrategias programáticas, no
conciben ciertos elementos básicos para tener éxito; y un punto clave, es entender las diversas realidades sobre las
cuales intervienen las políticas alimentarias.
La nutrición muchas veces ha sido
concebida desde la perspectiva de un
modelo convencional, desde la cual los modelos de alimentación, partían
desde un ente centralizador, excluyente
y discriminatorio; para nuestro caso, desde las ciudades como entes de la
racionalidad occidental. Este accionar, ha conllevado a cometer muchos errores
como por ejemplo, el desconocimiento del lugar donde se realizará la educación nutricional,
ignorando su cultura alimentaria o considerándolo no adecuada para la buena
nutrición. Es decir, políticas programáticas alimentarias que desconocen las costumbres, comportamientos
y el valor de los alimentos dentro de las relaciones sociales rurales.
Nuestras políticas
alimentarias han actuado bajo la idea preconcebida de que la población objetiva es “ignorante”, entendido esto
como la causa principal de la malnutrición; es decir, se cuenta con un insuficiente análisis de las causas, lo
que conlleva a una deficiente
formulación de los objetivos de programas y políticas alimentarias. En el
Perú y sus sectores encargados de la alimentación, se debe concebir una
política programática nutricional basada en una Educación Nutricional Intercultural (ENI).
Este nuevo
espacio debe reconceptualizar y
redefinir las propuestas programáticas y de intervención. La
interculturalidad asume en este espacio un rol
protagónico para entender la nutrición desde lo local. Debemos reconocer
las heterogeneidades existentes y ver en ellas un gran potencial para el desarrollo humano y económico. La propuesta de la ENI debe priorizar las
necesidades de la población, para lograr cambios
de conducta construidos desde las costumbres y cultura de las comunidades,
que trascienda la sola adquisición de
información, propia de los modelos educativos convencionales sobre la
alimentación. ¿Qué se tiene que hacer?
Se tiene que capacitar y asistir técnicamente a
grupos sociales vulnerables mediante un esfuerzo colectivo educador, para
observar en las realidades diferentes, los problemas y sus causas en torno a la
mala alimentación. Hay que elaborar proyectos y programas nutricionales que se basen en una
realidad social y étnica determinada, respetando
la identidad y la cultura alimentaria, fortaleciendo las identidades y
dando valor agregado a las buenas prácticas alimentarias. Existen productos autóctonos como la papa, la yuca, el maíz, la quinua,
la quiwicha; diferentes tipos de frutas en la Amazonía, costa y ande que
podríamos incorporarlos a las políticas alimentarias. Muchos de nuestros
alimentos, poseen una dinámica cultural
que es difícil entender desde la óptica urbana y occidental. En la zona andina
y amazónica por ejemplo, los alimentos se
relacionan con las cosmovisiones de los hombres en relación con su ecología
y el mundo social que los rodea. Los productos alimentarios, se “fundan” a partir de orígenes míticos;
por ende, estos productos son aceptados y utilizados socialmente, e incluso
ritualizados por el constructo social colectivo.
Se debe aplicar en nuestras
realidades una metodología participativa, creando espacios de
interaprendizajes, a través de los cuales se recuperan,
socializan y fortalecen los saberes y
conocimientos ancestrales en torno a la alimentación y nutrición, para así
poder superar la desnutrición y la pobreza extrema. Las líneas de acción a
nivel productivo deben estar orientados a impulsar el
incremento de la producción agropecuaria, la mejora de la productividad, la diversificación de los cultivos y la
recuperación de la biodiversidad propia de nuestras realidades, bajo un enfoque
agroecológico orientado al uso
de conocimientos y prácticas ancestrales.
No podemos hablar de desarrollo
nutricional en el país cuando obviamos y
excluimos constantemente
ciertas prácticas autóctonas, que han formado parte incluyente del desarrollo
de nuestras sociedades andinas y amazónicas. Si queremos construir ese
desarrollo, primero debemos empezar respetando y poniendo
en valor nuestras prácticas
tradicionales. No podemos estar constantemente importando y
tratando de adaptar por la fuerza,
prácticas alimentarias foráneas, disímiles a una determinada realidad
geográfica o cultural.
Esperemos
que en los próximos 10 años la nutrición en el Perú sea abordada desde el Estado con mayor
responsabilidad, sobre todo con las implicancias y problemas medioambientales que irán aquejando
la producción óptima de los alimentos. Es necesario construir e implementar
políticas alimentarias que vayan más
allá de un asistencialismo, políticas alimentarias que reconozcan
en la diversidad alimentaria de nuestras culturas. Ante el boom de la gastronomía peruana a nivel
mundial, debido a la diversidad en productos alimenticios y platos típicos de
nuestro país, es necesario “concentrarnos” en hacer políticas de Seguridad
Alimentaria incluyentes y diversificadas, de acuerdo a
nuestra realidad multicultural y biodiversa. Una sonrisa de un/una niñ@ bien alimentado debería ser el
nuevo rostro en el Perú.
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