lunes, 3 de abril de 2017

ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO, UN PERÚ ECOLÓGICO


Hace un par de años este mí artículo fue publicado en un medio comunicativo y académico de España, y hoy ante la catástrofe climática que ha golpeado nuestro país, desempolvo el artículo y observo que la vigencia del mismo es oportuna; es más, mucho de lo comentado en el artículo, en el Perú no se ha cumplido con el respeto que se debe tener al medio ambiente y hoy vemos sus consecuencias catastróficas. El Estado peruano no aprende de sus catástrofes y se acentúa más la problemática debido a la corrupción generacional de sus dirigentes. Veamos lo que mencioné en esta página española (http://ssociologos.com/2015/05/28/ante-el-cambio-climatico-un-peru-ecologico/)

El Perú ha sido bendecido con ingentes recursos ecológicos y es hoy considerado como uno de los países con mayor biodiversidad y ecosistemas en el planeta. Su geografía permite la presencia de diversos microclimas tanto es así que, de las 117 zonas de vida reconocidas en el mundo, 84 se encuentran en el Perú, donde albergan aproximadamente 25 000 especies de flora y 5 000 de fauna; muchas de ellas en extinción como la uña de gato, el mono de cola amarilla o el oso de anteojos. Sus cordilleras y bosques de neblina, producen agua que discurre a través de ríos y sostiene a poblaciones enteras que necesitan de los ríos para cultivar sus chacras, producir energía, criar animales, pescar; en suma, vivir.

El reto del país es su futuro desarrollo humano y crecimiento económico, acompañado del respeto, conservación, puesta en valor y potenciamiento de su medio ambiente. Ese desarrollo y crecimiento tiene que correr paralelamente con la conservación de nuestra ecología, y desde el Estado hay que seguir realizando los esfuerzos necesarios para llegar al bicentenario siendo un modelo de país ecológico. A ello hay que agregar la necesaria prevención y capacitación de respuesta ante los desastres climáticos.

El planeta está agonizando, la contaminación y deforestación sus principales causantes. Según la ONG ambientalista Greenpeace, cada dos segundos se destruye una superficie de bosque primario equivalente a un campo de futbol y cada año se pierde una superficie de bosque equivalente al tamaño de Portugal (90 mil kilómetros cuadrados). En el Perú se destruye anualmente 250 mil hectáreas de bosques, sin valorar su importancia en la producción de oxígeno, agua y alimentos, reguladores del clima y desastres naturales; proporcionan madera, papel y medicinas, controlan la contaminación, son el hábitat de animales y plantas; y sobretodo, es el “hogar” de comunidades nativas que dependen directamente de estos recursos para su sobrevivencia.

El cambio climático cada día afecta la convivencia humana, los países que más sufren los estragos son justamente aquellos con alta biodiversidad y zonas de vida diversa como el Perú. Por ello es necesario que el Estado implemente y fortalezca políticas para hacer frente a esta problemática. Existen diversas acciones para contrarrestar esta situación, y entre ellas está la expansión de áreas naturales protegidas, la formalización de los territorios indígenas y el derecho a la consulta, la capacitación permanente en materia de protección y conservación; y una nueva y ágil institucionalidad nacional y regional de conservación de bosques, en el actual momento de boom extractivo que vive el país, para contrarrestar la informalidad y conflictos sociales.

En las últimas dos décadas el Estado peruano ha dado un gran paso al conceder propiedad legal de aproximadamente 6 400 millones de hectáreas de bosques a las comunidades indígenas, pero no es suficiente. Este accionar tiene su lógica racional porque son justamente estas comunidades las que históricamente han sido los conservadores del lugar donde viven, de sus bosques, de su ecología. Basado en sus cosmovisiones y prácticas ancestrales, han mantenido el respeto y valor por esos árboles, animales o ríos que les proporcionan alimento, vivienda, vestimenta y salud. Un paradigma a replicar en las poblaciones urbanas que desde hace buen tiempo rompió el circuito armónico con su naturaleza.

Para el Perú y sus instituciones existe un gran reto llamado articulación, y consiste justamente en fortalecer los lazos entre organismos públicos y privados, a través de acciones conjuntas y transversales para abordar el tema climático, ecológico y medioambiental haciendo que las familias y comunidades de la amazonia, el ande o la costa, sean los principales impulsores de la conservación y puesta en valor de sus recursos ecológicos y medio ambientales.


Cada familia, cada comunidad, el Estado pleno; deben estar conscientes de la importancia que tiene el medio ambiente donde conviven, y tomar las medidas necesarias para que el cambio climático afecte en lo menos posible sus actividades. Los próximos años serán determinantes para el rumbo del planeta en materia medioambiental, y el Perú con todo su potencial ecológico, no puede estar exento de las acciones que se están desarrollando. 

Por ello es ineludible fortalecer desde las políticas públicas, la implementación de acciones referidas a la conservación y no contaminación, a la prevención y preparación ante el cambio climático, y son las familias y comunidades el núcleo primordial desde donde deben partir estas acciones. ¡Un reto necesario para el Estado peruano, sus políticas y nosotros sus ciudadanos!

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