martes, 23 de junio de 2015

EL PEOR CONGRESO QUE SE HAYA TENIDO
 
 
Hace días el Congresista Fredy Otárola sufrió la agresión (llámese un puñetazo) de un taxista debido al choque de sus vehículos, las causas están en investigación. La semana pasada el Congresista Alejandro Yovera, un partidario fujimorista que luego se convirtió estratégicamente en aliado del gobierno, fue desaforado por problemas con la justicia y su accesitaria Karina Beteta es investigada por sus presuntos vínculos con el narcotráfico. Claro no todos tienen la misma corona, porque los vínculos y lazos que unen la filiación “otoronga” encubren los problemas judiciales de congresistas como Cecilia Chacón, del congresista de las fotocopiadoras (Julio Gago) o el parlamentario que no paga los impuestos de sus colegios (Casio Huaire), eso para poner algunos ejemplos y no mencionar otros casos conocidos hasta el hartazgo.
 
Por una radio amazonense, escucho al Congresista Becerril que irá a la reelección, y que su principal motivo por la cual quiere seguir “calentando” su curul en el parlamento, ¡vaya ironía fundamental!, es haber tenido presencia sistemática en los medios de comunicación. Escuchar este motivo reeleccionista, me sacó de las casillas y por un momento creí que estaba escuchando a un mediático de la “fauna” farandulera; y no necesariamente a un personaje que debería ser un Político.
 
Es tan lamentable la situación política del país, que ahora los Congresistas se quieren ir a la reelección, NO por algo positivo o un logro importante que hayan realizado en favor de su departamento que los eligió; sino, su sentido reeleccionista se mide por el número de veces que apareció en la televisión o la radio. Ahora, si sus apariciones en los medios de comunicación tendrían un objetivo informativo, educativo, político o luchando por los intereses de su región, se aplaudiría por ello; pero aparecer en los medios para insultarse, exacerbarse, ridiculizarse, mofarse, etc; eso sí que simboliza la paupérrima situación de un Congreso peruano que avergüenza y destruye el sentido de la política.
 
Cómo puede un congresista  ansiar la reelección tan solo por el hecho de que se lo observa en la televisión o escucha en la radio peleando o lanzando improperios; ¿qué mal estamos pagando los peruanos para tener representantes obsoletos y nefastos para la POLÍTICA,  y quieren nuevamente representarnos?  Escucho a este congresista y pienso del daño que hacen estos personajes a la política y las “instituciones democráticas”, bajo la anuencia y venia de una población que vive bajo los efectos del “opio” de una sociedad de farándula, que se carcome cada día bajo los síntomas noticiosos de las carteras, chocolates y zapatos de Nadine, o los debates superfluos sobre violaciones, asesinatos, sicariatos de conductores televisivos que complementan su “análisis” con el trasero de Tilsa o la vida de las “mentes brillantes” de Esto es Guerra o Combate.
 
Este debe ser “el peor Congreso” de nuestra historia, y no es para menos, ya que la encuesta IPSOS le sitúa con el 83% de desaprobación, y es la institución que lidera el rechazo de los ciudadanos. Bueno, si existen congresistas que quieren reelegirse tan solo por el hecho de salir mediáticamente en los medios de comunicación; un argumento banal, grotesco y hasta insultante; es un indicador que este Congreso ha pisado fondo, enlodándose con la cloaca mal oliente de una política peruana que ha perdido su verdadero sentido primigenio: servir al pueblo.
 
Esta es nuestra triste realidad, a esto hemos llegado. Como se extraña los DEBATES alturados y propositivos, equiparados a una cátedra universitaria, de diputados o senadores de antaño, donde era gustoso y provechoso escuchar sus análisis y propuestas. Hoy en cambio el debate ha sido dejado de lado, la POLÍTICA es la que menos se practica en el parlamento actual. A los actuales congresistas no les importa esta situación, les conviene seguir manteniendo este “statu quo” de mediocridad, al final ello asegurará su reelección. Pobre la política peruana… ¡nosotros el pueblo a seguir soportándolos!

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