EL ESTADO EN EL PERÚ: UNA DEBILIDAD HISTÓRICA
Conceptualmente, al Estado lo defino como una construcción social basada en la legalidad y las
instituciones, y materializada en una población, un territorio y un poder y/o
poderes. Pero también el Estado es una construcción
de una memoria colectiva, que identifica la historia de nuestras
instituciones y sus ciudadanos. Recordemos siempre, Estado es diferente al
Gobierno.
Podemos decir que, en el Perú, hemos
tenido diversos Estados, que se han ido configurando de acuerdo a los
procesos civilizatorios que se han sucedido en nuestro territorio. Una primera evolución del Estado, fue
en la época Pre Inca. Un Estado primigenio basado en los símbolos teocráticos, donde el lanzón monolítico de Chavín o el
símbolo serpentiforme en la Fortaleza de Kuelap, marcaba una forma de ordenamiento y control social, basada en la
legalidad proporcionada por los sacerdotes, y materializada en la fe y la
creencia. Un Estado más avanzado,
fue la cultura Mochica y Chimú, con una estructura de poder basada en el guerrero, legitimado por un conjunto de
seguidores, que institucionalizaban el poder del guerrero. Eso permitió, por
ejemplo, la construcción de los canales
de regadío. Un Estado inicial, permitió manejo de la gente y la fuerza laboral, para llevar agua a las
tierras desérticas del Perú norteño de esa época.
La consolidación de
ese Estado primigenio, se da con los Incas. Un Estado mucho más estructurado, con un
liderazgo que va más allá del ámbito
religioso o militar. Un Estado con instituciones, un Estado con una jurisprudencia enmarcada en el Ama Sua, Ama
Llulla y Ama Quella. Un Estado con un Qhapaq Ñan, que une a los pueblos para
legitimar un territorio: el
Tawantinsuyo. Un Estado que consolidó una memoria colectiva en base a sus normas y mitologías.
La irrupción abrupta con la invasión
española, hace aparecer un nuevo Estado. Un Estado con orígenes foráneos, que rompe el proceso de
consolidación de nuestro Estado originario. Un Estado basado en la cruz y la espada, un Estado con génesis de una Europa decadente como era España en
ese momento. Un Estado impuesto a la
fuerza, sobre un territorio, instituciones y una memoria colectiva ya
construidas. La Colonia y el Virreinato,
significó la consolidación de un Estado foráneo; con instituciones y leyes
construidas desde fuera, sobre un territorio diverso y distinto.
¡Aquí nace el Estado
débil y desestructurado que hoy tenemos! La República solo significó pasar el poder de
un grupo de élite y sectario español,
con privilegios; a los criollos (sus hijos y nietos); un grupo (los criollos privilegiados) que no
quisieron ser gobernados y que mantuvieron
las instituciones y leyes de sus antecesores sobre un territorio que no
respondía a ese Estado.
Esta es la historia sucinta de nuestro Estado Peruano. Hoy, ahorita, nuestro Estado demuestra esa debilidad
heredada, con marchas en las calles y la lucha intestina entre dos
instituciones: el Ejecutivo y el Legislativo.
Tenemos un Estado anacrónico con su territorio
y sus diversas culturas ciudadanas. Tenemos un Estado desarticulado, construido “mirando a Europa o EEUU, e invisible a sus pueblos rurales andinos y
amazónicos”. Un Estado con tentáculos
de corrupción. Un Estado que, a pesar de esa debilidad, está afrontando una pandemia y vemos
las consecuencias de esa debilidad estructural: alta tasa de mortalidad,
hospitales desbordados, economía con un colapso histórico, etc. Mientras esto
sucede, el Estado, sus instituciones y
la ciudadanía peleándose en las calles, un Estado débil y desestructurado, más
dividido que nunca, camino al
bicentenario ¡LAMENTABLE!
El nuevo y esperanzador Estado,
necesita de un cambio sistémico y
generacional, necesita de una nueva
política y POLÍTICOS; necesita de una ciudadanía más comprometida con sus
pueblos y su historia. El nuevo estado
necesita de cada uno de nosotros para ser fuerte y articulador. ¡AHÍ EL GRAN
RETO!
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